Recordar es el mejor de los ejercicios que una persona y una sociedad puede hacer; el recuerdo es la estampa permanente de lo que se debe y no se debe repetir en una historia personal y colectiva. Se recuerdan hechos, se recuerdan personas, se recuerdan sentimientos, pero también se recuerdan sabias palabras.
Dentro de las últimas está la de que el tiempo no se recupera.
Colombia es un país ejemplo superando problemas; sin embargo, sigue siendo un país lleno hasta la saciedad de situaciones que exigen toda nuestra atención, empeño y voluntad para poderlos sobrellevar, pero sobretodo superar. Nuestra economía no se encuentra en su mejor situación explicada en cifras de desempleo que no paran de crecer, el comercio se encuentra en serias dificultades debido a nuestros vecinos iracundos que han personalizado las relaciones de países al mejor estilo de los más ineficaces soberanos del Medioevo, y el narcotráfico encuentra nuevas formas de moverse con la complicidad y venia de muchos quienes se escudan en las libertades del individuo.
Lo anterior, son lo temas que hemos omitido debatir con entereza, y en contra de toda lógica nos Hemos desgastado nuestros esfuerzos, dinero, posibilidades, pero ante todo el tiempo, en una discusión vana, influenciada en los más bajos y mezquinos intereses de la vieja clase política, que han encontrado en la figura de la reelección una supervivencia. Y es que el apellido Uribe en la política colombiana es sinónimo de prestigio, pulcritud, responsabilidad, entrega y brillantez. Sin embargo, son muchos los mediocres, corruptos, y miserables, los que se han refugiado bajo la bandera del uribismo y que quieren que el presidente siga, para encontrar la vista favorable de quien de lejos ha sido el mejor gobernante que hemos tenido.
El presidente debe irse en el 2010, por el bien de él mismo y del país. Álvaro Uribe es más que una persona; es una esperanza que ha irradiado la sociedad colombiana, que no dejará que cualquiera llegue a reemplazarlo. Colombia tiene un presiente como ninguno otro, pero el 7 de agosto de 2010 Colombia necesita un ex presidente, también como no lo ha existido. Necesitamos un ex presidente que se dedique a diseñar y dirigir un verdadero partido como ninguno al sol de hoy. Necesitamos un ex presidente con autoridad moral de opinión, que cuando habla todo el Estado se cuestiona ante un sonido de sabiduría. Un ex presidente enfocado a formar nuevos líderes, que aseguren la prevalencia y superación de esta República, y eso es la verdadera labor de un ex presidente.
Esa es la voluntad que debemos expresar en las urnas ante un eventual referendo. Colombia necesita líderes que sepan que necesita nuestro país, y saber nuestras verdaderas necesidades es una virtud muy exótica.
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